Desde hace un tiempo, de lo único que se habla entre los usuarios de Netflix es de la película que cuenta con un elenco estelar con figuras como Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Jonah Hill y hasta Timothée Chalamet. Se trata de Dont’ Look Up, la nueva película que dirigió Adam McKay (Vice) y que, si bien se estrenó en algunas salas a nivel mundial, estará disponible en la plataforma recién el 24 de diciembre.
La historia de Don’t Look Up se centra en la historia de dos científicos de poca monta (Lawrence y DiCaprio) que descubren que un meteorito está por impactar contra la Tierra y deciden advertirle al gobierno norteamericano. Meryl Streep ocupa la presidencia y Jonah Hill es el Jefe de Gabinete de una gestión completamente incrédula, que no para de burlarse de las teorías que se les presentan y que hablan del fin de la humanidad.
Don’t Look Up tiene una premisa disparadora bastante similar a las de Armageddon e Impacto Profundo, íconos del cine catástrofe de la década del 90. A diferencia de dichos títulos, esta historia cuenta con la inconfundible acidez que caracteriza al humor de McKay (basta con sentarse a ver cómo trató la crisis inmobiliaria del 2008 en The Big Short para comprender de qué se habla). Sin embargo, las críticas no parecen haber sido muy favorables.
Con un 55% de aprobación en Rotten Tomatoes, muchas críticas apuntan al problema de las estrellas. “Un ensamble de actores de primera categoría no es garantía para pasarla bien”, dice Simran Hans de Observer de Inglaterra, al tiempo que la crítica Susan Granger escribe: “Más allá del elenco lleno de estrellas esta sátira frenética es fragmentada y torpe”. También se cuestiona su humor: mientras Dennis Schwartz dice que la “comedia es perezosa”, Kyle Smith sostiene que “la fruta no está colgando bajo. Está en el piso, pudriéndose y es imposible de comer”.
La escena más difícil para DiCaprio
Parece que Leonardo DiCaprio no solo fue uno de los actores sino que también estuvo involucrado en la escritura del guion. Fue particularmente en una escena en la que da un discurso que, según le describió McKay a Vanity Fair fue “loco como el infierno”. Lo tuvieron que reescribir unas 15 veces, pero el director dejó entrever que gracias a eso lograron la escena más graciosa de toda la película.
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